La Carretera de las Colinas nos regala una vista panorámica de Florencia preciosa. Dicha carretera tiene su origen a mediados del siglo XIX. Cuando Florencia se convertía en capital de Italia. Con ello, se inició un ambicioso proyecto para embellecer y mejorar la ciudad. Un proyecto confiado a Giuseppe Poggi, un genial arquitecto que aportó a Florencia lugares tan especiales como éste. Con la Carretera de las Colinas Poggi quería dotar a la ciudad de una vista panorámica de Florencia. Pues hasta entonces, pese a los increibles monumentos que tenía Florencia, no existía un lugar desde el que observarlos de esta manera. El resultado fue impresionante. Por suerte, todavía podemos disfrutarlo en la actualidad.
El nacimiento de la vista panorámica de Florencia
Florencia entonces contaba ya con todos sus grandes atractivos. Sin embargo, hasta ese momento nadie había pensado en un modo de verlos en conjunto y desde fuera. Este era el objetivo: ofrecer unas preciosas vistas panorámicas de la ciudad y así impresionar a florentinos y visitantes. Algo muy importante ahora que Florencia era la capital de la nueva Italia. Y, además, un modo perfecto para impresionar a todo aquel que visitara Florencia.
Para ello, Poggi ideó las Carretera de las Colinas como un lugar desde el que disfrutar de las preciosas vistas de Florencia desde sus colinas. Un espacio que también se pudiera recorrer a pie, creando un auténtico camino que uniera la ciudad con una terraza panorámica al final de su recorrido. Esta terraza panorámica no es otra que el inigualable Piazzale Michelangelo, también obra de Poggi, que construyó todo como un conjunto.

Caminar disfrutando de Florencia por la Carretera de las Colinas
Sin embargo, la Carretera de las Colinas no se trata de una simple calzada. Pues su finalidad principal no era ser una infraestructura para mejorar las conexiones de transporte sino ser un atractivo más de Florencia, un gran sendero para disfrute de los florentinos y los visitantes ofreciéndoles una visión única de la ciudad. Por ello, todo el recorrido tiene un ancho de unos 20 metros, ofreciendo a cada lado un decorado con el verde y la naturaleza como protagonista. De hecho, la Carretera de las Colinas bordea incluso los Jardines Boboli.
Caminar por ella al atardecer, finalizando la jornada con una puesta de sol en el Piazzale Michelangelo es una experiencia absolutamente mágica.